Revisando cuestiones prácticas con Martin Zinggl

Por Paula Velasco

Último módulo del curso, «Recursos y especializaciones para el viajero». A estas alturas del año, cuando ya queda tan poco para terminar y despedir la etapa académica y dar la bienvenida (esperamos) a la vida como periodistas de viajes, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de las últimas lecturas que en esta ocasión han versado sobre cuestiones más bien prácticas de la profesión. Jordi Serrallonga nos ha dado consejos para organizar una expedición, desde financiación y visados hasta indumentaria y consejos médicos, pasando por la alimentación y el agua. Jordi Molina nos ha hecho una interesante introducción a la arqueología y Santiago Giraldo y Cristina Fernández nos han acercado al crowdfunding como medio para obtener financiación, cosa que casi nunca es tarea fácil. Por otra parte, el profesor Marco Bozzer nos ha hablado del turismo slow y en especial de la gastronomía, y Silvia Roure nos ha hecho una aproximación a las diferentes enfermedades que podemos encontrarnos en nuestro camino por el mundo, sus síntomas y cómo evitarlas.

Todo ello es una información valiosísima, pero las integrantes de Seis Maletas echábamos en falta el poder preguntar a un viajero de pro acerca de estas y otras cuestiones y quién mejor que Martin Zinggl (Viena, 1983) para contarnos sus experiencias y ponernos los dientes largos. Martin Zinggl es un antropólogo y periodista austriaco con amplia formación en el ámbito de la higiene, la salud y el saneamiento que actualmente trabaja con Médicos sin Fronteras, además de escribir para diversos medios como periodista freelance y ser director de productos audiovisuales. Gracias a su trabajo ha pasado temporadas en países como Liberia, Iraq, Nueva Zelanda, Tuvalu, Haití, Namibia o Filipinas y, precisamente gracias a los siete meses que estuvo en Tuvalu, publicó a principios de 2013 su primer libro: «Warum nicht Mariazell?». Todavía no hay versión al español de sus experiencias en el Pacífico, pero la traducción al inglés está en proceso y esperamos que esté pronto disponible para poder devorarlo.

En Niulakita, Tuvalu. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

En Niulakita, Tuvalu. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

A pesar de los problemas técnicos de la entrevista, que transcurrió entre Skype y teléfono, nos ha encantado hablar con él ya que nos ha contado cosas realmente interesantes y le agradecemos enormemente que haya accedido a contestar a nuestras preguntas, ya que sabemos que él prefiere hacer preguntas y no responderlas.

-¿Cuántos países has visitado? Setenta y cinco entre todos los continentes, excepto la Antártida. Sin embargo, creo que lo más importante es la calidad y no la cantidad, la experiencia que vivas en los lugares. Yo por ejemplo pasé temporadas en Tuvalu, Iraq, Filipinas o Haití y puedo decir que pasados cuatro o cinco meses es cuando se empieza a conocer el lugar, no antes.

-¿Mochila o maleta? Fundamentalmente mochila si es un viaje de aventura, pero si no una maleta también está bien. No me supone un problema.

-¿Qué no falta nunca en tu equipaje? Un cuaderno y un bolígrafo, un libro para leer, a ser posible que esté relacionado con el viaje que estoy haciendo, aunque no siempre se puede encontrar literatura sobre ciertos destinos, y casi siempre una cámara. Y por supuesto para viajes fuera de Europa, el pasaporte.

Tomando notas en Ganvie, Benin. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

Tomando notas en Ganvie, Benin. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

-¿Cuál es la diferencia para ti entre turista y viajero? Tengo que reconocer que esta es una cuestión que he tenido que meditar. Básicamente para mí un viajero es aquella persona que está dispuesta a abandonar su zona de confort y dar un paso más allá para descubrir cosas nuevas y buscar el conocimiento. El turista se quedaría dentro de su universo conocido sin arriesgar.

-¿Qué medidas sanitarias tomas para un viaje o durante este? Bueno, la verdad es que he estado enfermo varias veces sin contar las ocasiones en las que he tenido la clásica diarrea que sobreviene cuando se visitan ciertos países. Me quitaron el apéndice en Tuvalu, tuve una infección de riñón en Filipinas, dengue en Haití, cogí el parásito giardia una vez y lo pasé fatal… Lo que he tenido la suerte de evitar por el momento es la malaria, y eso teniendo en cuenta que no me tomo las pastillas porque me sientan muy mal. En cuanto a vacunas estoy bastante bien servido. Me he vacunado contra la hepatitis A, la rabia, el tifus, la meningitis…

En el lago Assal, Yibuti. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

En el lago Assal, Yibuti. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

-¿Qué tipo de financiación obtienes para tus proyectos? ¿Contemplas el crowdfunding como un medio para ello? Depende de lo que vaya a hacer. Cuando estuve en Tuvalu fui por motivos relacionados con la universidad y me dieron dos becas. Pero en otras ocasiones, cuando viajo de manera particular obviamente sale de mi bolsillo, si es un encargo para una revista o un periódico me lo financian ellos… La verdad es que nunca he probado el crowdfunding y tal vez debería planteármelo.

-¿Cuál ha sido la experiencia más dura que has vivido en un viaje? Creo que dentro de esta pregunta podría aglutinar mi mejor y mi peor viaje. Pasé siete meses en Tuvalu y, aunque vi la muerte varias veces durante aquellos siete meses y tenía la sensación de tener que luchar para sobrevivir, otros momentos era de absoluta paz, en armonía con la naturaleza, cosa que muchas veces es difícil de encontrar. Estuve a punto de morir ahogado en el mar, me tuvieron que extirpar el apéndice estando allí, sufrimos tormentas muy fuertes que duraron varios días, e incluso un pequeño tsunami. Todo esto me hacía darme cuenta realmente de lo pequeños que somos, apreciar mucho más la vida y pensar que si a la naturaleza le apetece, nos borra de aquí en un instante. Todo esto es un poco la razón por la que escribí «Warum nicht Mariazell?», para recopilar todas mis experiencias allí, que no fueron pocas, y además porque apenas hay nada sobre Tuvalu.

Haciendo amigos en Harnas, Namibia. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

Haciendo amigos en Harnas, Namibia. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

-Cuéntanos alguna anécdota divertida de alguno de tus viajes. Lo que voy a contar no sé si es divertido o no, pero absurdo desde luego. Esto me ocurrió estando en un barco en Tuvalu. Estábamos en medio del Pacífico dirigiéndonos hacia al sur; era de noche, la típica noche tranquila, agradable y muy apacible. Estaba yo solo mirando al mar y de repente me apareció un tipo de la nada. Era muy grande y muy alto y tenía una barriga enorme. Además llevaba una camiseta rosa que a duras penas le ocultaba la panza y a todo esto hay que sumarle que tenía una voz extremadamente aguda, algo parecido al ruidito que hace un patito de goma cuando lo aprietas. De repente me dijo: «Dios lo ve todo». Yo me quedé callado y como no contesté siguió: «Hago todo lo que me dice Dios, Dios me habla». Yo me estaba empezando a sentir incómodo y pensando si lo que tenía frente a mí era un ángel o algo así. No sé cómo, de repente me vi acorralado en una esquina del barco, supongo que el hombre lo hizo intencionadamente, y me dijo: «Si Dios me dice que te tire por la borda, lo haré». Empecé a pensar en lo oscura que estaba la noche, en la de tiburones que habría acechándome si este hombre decidiese tirarme al mar y qué haría si eso pasase, calculando además mis probabilidades de sobrevivir. Entretanto, el hombre interrumpió mis pensamientos preguntándome si había escuchado lo que me había dicho. Entonces le grité: «¿Pero qué coño quieres de mí?». Se quedó como en estado de shock y respondió: «Si no quiero tirarte, es solo si…». «Si Dios te lo dice, ya», le dije. Creyendo que la situación ya se había acabado, estaba empezando a relajarme cuando de repente me soltó: «Quizás tú también eres un elegido si te tiro al agua». Me quedé de piedra. ¿Cómo que «también» elegido? ¿Tú eres un elegido de algo? ¿Pero cómo puede haber personas como esta por ahí?. De pronto exclamó: «A veces Dios envía a sus mensajeros y tal vez tú seas uno de ellos». Esperaba una respuesta, pero yo a esas alturas ya estaba fuera de mí, me estaba dando cuenta de que aquello era un juego que nunca podría ganar y mientras seguíamos el uno al lado del otro sin decir nada. Me quería ir y afortunadamente alguien pasó por allí para avisarnos para la cena. «Lo siento, me tengo que ir», le dije, y me marché de allí a toda prisa. Durante la noche todos dormíamos en la cubierta e hice lo posible por que no me viera, pero que conste que me pareció un personaje curioso y hasta lo entrevisté después para mi tesis.

-Lugar a donde nunca volverías. ¡A aquel barco con aquel tipo! (Risas). No, en serio. No hay ningún lugar al que nunca volvería. Para bien o para mal, nunca se debería decir «no vuelvo a ese sitio». En cualquier caso, a la Ilha da Queimada Grande (o isla de las serpientes), si no tienes que ir, no vayas… Acampé allí durante cinco días y fue una de las peores experiencias de mi vida. Allí no hay nada, ni agua, ni electricidad, pero sí unas 5 000 serpientes venenosas. No es que vayan a atacarte, pero se defenderán si tienen que hacerlo y ¿quién te dice que no vas a pisar una al salir de la tienda o caminando por ahí?

¿Cara de preocupación o de cansancio? En la Ilha da Queimada Grande o isla de las serpientes. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

¿Cara de preocupación o de cansancio? En la Ilha da Queimada Grande o isla de las serpientes. Fotografía cedida por Martin Zinggl.

-Lugar a donde volverías mil veces. Hay muchos sitios que he visitado varias veces o que me han gustado mucho. Por decir algunos, Sarajevo, Nueva York, Yemen o Iraq. Iraq es realmente bonito, es un país lleno de historia, con unos paisajes espectaculares y muchas historias que escuchar.

-Viaje que aún no has realizado y te encantaría. Nepal me hace mucha ilusión, voy a ir dentro de poco, pero la verdad es que cualquier destino en el mundo me entusiasma, por ejemplo podría mencionar Afganistán, Argelia, Japón, Islandia…

-Hablando de gastronomía, ¿eres de los que lo prueban todo cuando viajan? En general sí lo pruebo todo, menos las vísceras. Tampoco soy muy fan de las setas, pero bueno… Probé la carne de perro en Filipinas y la verdad es que no está mal. Pero sin duda lo más raro que he comido ha sido calamar vomitado por un pájaro en Tuvalu. Lo que ocurre es que en esa zona, Niulakita, no hay barcos de pesca, así que lo que no pueden hacer los humanos, los pájaros lo hacen por ellos. Se caza al pájaro en el árbol, se le rompen las alas y se le deja caer. Al impactar contra el suelo, el pájaro vomita el calamar, el pulpo o el pescado. Si tienes suerte y el contenido del estómago no estaba ya digerido, podrás comértelo.

-¿Qué es lo más sabroso que has probado y qué no volverías a probar jamás? Lo peor sin duda fue ese calamar vomitado. Lo mejor fue en Sri Lanka, con una familia que nos invitó a comer curry de patatas. Sabía totalmente diferente a lo que se probaba en los restaurantes, que estaba claramente enfocado a los turistas. Este curry estaba mucho más especiado, más picante. De todas formas, me gusta muchísimo la comida asiática en general.

-Tu próximo viaje. Me marcho dentro de poco al festival Gadhimai, Nepal, para documentar el sacrificio masivo de 500 000 animales en dos días, el mayor a nivel mundial. No diría que es algo infame y monstruoso porque tienen sus razones para hacerlo, pero para mí a nivel personal hacer eso no está bien. Sin embargo, documentar algo de este tipo es interesante desde el punto de vista del porqué.

Traducción del inglés por Paula Velasco

Deja un comentario